viernes, 15 de agosto de 2008

La Leyenda del Oso y del Toro


Como muchos han preguntado qué significa el nuevo logo de Finanzas UP que hemos adoptado, propongo un pequeño cuento, de mi autoría, que nos explica más o menos qué quiere decir la pelea entre un oso y un toro. Esta leyenda tiene sus hondas raíces en el lejano reino de K... y cuenta cómo un grupo de animales se pusieron de acuerdo para comerciar, con resultados misteriosos e inquietantes.


Joaquín Garza. 7FA. Presidente del Consejo Estudiantil de Finanzas


“…Cuentan las viejas crónicas de la tribu de los brokers que hace muchísimos años, más que los que K… misma puede recordar; los animales eran tan inteligentes como bruto era el ser humano. Así, solían vivir en paz y en armonía; juntos en un gran continente fusionado, donde todos los climas convivían, así como la mayor variedad de plantas y vegetación.
Pues bien, dicen que en esta tierra de ensueño un día se juntaron todos los grandes animales para comentar una noticia que les había llevado el augurador albatros.
“Escuchen bien” les dijo. “Yo que he volado allende los mares y vivido muchos años con todo tipo de experiencias, debo decirles que he visto animales que ninguno de ustedes conoce”.
Tal revelación provocó una alharaca entre los presentes. Las hienas se rieron. Los hipopótamos bostezaron de aburrimiento y los pavorreales se mofaron de que pudiera haber animales más hermosos que ellos.
“¿Dónde?” preguntaron unos pingüinos.
“Muy lejos de aquí” respondió el albatros. “Viven allá por las montañas de W…”
Los animales se maravillaron y se entusiasmaron con el enorme reto que ello suponía: nuevos seres, a la vez tan parecidos y tan disímbolos.
“Vayamos a verlos” sugirió el cocodrilo con evidente mala intención.
“Propongo emisarios” intercedió el búho, nobilísimo animal que guardaba, recordaba, protegía y hacía cumplir todas las leyes a las que los animales habían acordado someterse mediante un contrato social. “Emisarios que vayan con estos nuevos animales y los conozcan, que aprendan sus costumbres y que comercien con ellos, para que puedan granjearnos nuevos poderes y conocimientos.”
Todos los allí presentes estallaron en una profusa algarabía, que se debilitó y se deshizo en un nuevo mar de gritos cuando hubo que escoger a quién enviar. El cuervo y la urraca se disputaron uno de los lugares, así como la pantera y el leopardo. El mismísimo líder, el león, se puso de pie para designar a dos animales que según él, habrían de ser los mejores para ejecutar tal misión.
“Serás tú, oso” dijo con voz de trueno y señalando a tan malhumorado y frío animal. “Y serás tú, toro” dijo al señalar al animal que representa la furia y el vigor.
Los dos animales obedecieron las palabras proferidas por su rey y señor, pero antes de ponerse en marcha, preguntaron qué habrían de ofrecer como moneda a cambio de los bienes que aquellos nuevos animales les darían.
“Mi moneda será mi valentía” comenzó el león.
“La mía, mi nobleza” dijo una oveja.
“La fidelidad” intercedió el perro.
El oso y el toro prometieron a quienes habían aportado algo, retribuirles una parte proporcional de los beneficios, de acuerdo a lo que cada uno había vertido en ellos. Así, cada uno de los animales entregó su poder a los dos emisarios. Éstos les dieron a cambio un papel que amparaba la inversión hecha.
Después, se pusieron en camino.
Cuando llevaban andando casi la mitad de la larga senda, al toro le entró una curiosidad tan tremenda como jamás se ha visto y como jamás se verá en K.... Esta enorme intriga tenía que ver con el valor de los poderes custodiados en ellos. Llegó un momento en que el toro no fue capaz de continuar andando por la urgencia de aquella duda. Se detuvo de pronto y comenzó a hacerse preguntas.
“¿Será que los poderes que nos han dado valen más de lo que podemos obtener con quienes no conocemos?”
“Desengáñate” le dijo el oso “Valen menos de lo que nos pueden dar esos nuevos animales”.
“Yo creo que valen más”
“Y yo creo que valen menos”
Como ambos seguían insistiendo si los poderes de los demás valían más o menos que los que tendrían los nuevos animales, sintieron cómo desaparecía la simpatía que se solían tener, a pesar de que uno venía del norte, de la tierra del hielo, la frialdad, el riesgo bajo y la alta eficiencia; y que el otro venía del sur, de una tierra de furia, de calor, de apasionamientos, de alto riesgo. Por ello, antes de que pudieran seguir discutiendo, el toro atacó al oso, intentándolo asaetear con uno de sus poderosos cuernos llevados como poderosos arietes que iban siempre hacia arriba. El oso no se quedó atrás y tiró unos zarpazos tan tremendos que hicieron que su antiguo amigo reculara. Estos zarpazos siempre iban hacia abajo.
Resulta que un grupo de humanos habían escuchado toda la pelea entre aquellos dos nobles animales. En su lógica tan primitiva, decidieron ver quién de los dos ganaba la pelea. Unos le apostaban al oso, y otros más le apostaban al toro.
Pues, en medio de este escenario que todos nos podemos plantear perfectamente, llegó una turba de animales tan fabulosos como extraños. Ni siquiera los humanos allí presentes pudo decir de quiénes se trataban. Tanto el oso como el toro dejaron sus guerras para otro momento; se detuvieron y se pusieron a hablar para decidir qué poderes comprarían de los otros y qué otros venderían. Los dos animales conocidos entonces se dieron cuenta de que mientras más alto era el precio que pedían los otros, ellos estaban dispuestos a comprar menos. En cambio, cuando les daban un precio más bajo, estaban dispuestos a comprar más. Del otro lado, cuando los otros animales ofrecían muchos productos, estaban dispuestos a cobrar un precio más alto por ellos y viceversa. Además, les importaba mucho saber si los poderes de los animales valdrían más en un futuro y seguirían valiendo así por mucho tiempo.
De acuerdo a estas preferencias, resultó que uno ofrecía y el otro demandaba a una cantidad de poderes y a un precio que siempre se equilibraban. Si no, entonces había ajustes en los precios, y éstos racionaban la cantidad de poderes que podían ser vendidos o comprados.
Los humanos, en tanto, se divertían viendo aquellas negociaciones. Tan pronto como éstas terminaron, el oso y el toro se volvieron a sus casas, orgullosos de haber obtenido muchos beneficios para repartirlos entre los animales que habían dado gustosos sus poderes.
Sin embargo, al toro le volvió a entrar la duda y preguntó:
“¿Será que lo que nos vendieron habrá valido más?”
“Yo digo que valieron menos” reviró el oso.
“Y yo digo que valieron más”
Comenzó una nueva batalla entre aquellos portentos del reino animal. Los humanos se dieron cuenta de que podían divertirse mucho de ver quién de aquellos dos ganaría y quién perdería, por lo que después de que el oso y el toro entregaron los beneficios a los animales que habían aportado sus poderes, se embarcaron en un nuevo viaje para comerciar con sus desconocidas contrapartes.
Pero esta vez los humanos capturaron al oso y al toro, y se los llevaron a su aldea. Como querían ver lo que pasaba después de las discusiones entre aquellos animales, los encerraron y esperaron pacientemente.
Nada ocurría con ellos, por lo que aquellos hombres decidieron embarcarse en la terrible aventura que suponía capturar a los desconocidos comerciantes de poderes.
Tal fue su determinación que un día, después de muchas muertes y peligros, los lograron capturar y reunir a todos los animales, los oferentes y los demandantes en el mismo lugar y además, informado en tiempo real sobre todas las noticias que pudieran afectar el sentido de sus negociaciones. Después, el toro y el oso luchaban.
Desde entonces, aquellos dos pelean todos los días de ocho de la mañana a tres de la tarde. Los seres humanos se paran gloriosamente y apuestan sobre quién de ellos ganará esta pelea, si el oso, que tira a la baja; o el toro, que va al alza…”

Esta leyenda la cuentan todos quienes pertenecen a esa maravillosa tribu que es la de los brokers. Hasta estos tiempos, sus miembros se reúnen a ver pelear al oso y al toro de las ocho a las tres de la tarde, todos los días hábiles, sin retraso ni dilación. Hay veces en que cuando el toro lleva la delantera y está por derrotar y atestar el golpe mortal al oso; todo mundo enloquece de furor, porque la mayoría quiere que gane el animal de la furia. En cambio, cuando el oso tira un zarpazo tan severo que amenaza con ganar la victoria, cunde el pánico y muchas personas tiemblan. La mayor arena de pelea se halla en La Calle de la Pared y le llaman Bolsa de Valores.

2 comentarios:

Andrés Carrandi dijo...

Te la volaste, Joaquín! Está fumadón, pero es una lectura agradable.

Un saludo.

FinanzasUP dijo...

gracias, Andrés